Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), podemos definir la adicción como: “una enfermedad física y psicoemocional que crea una dependencia hacia una sustancia, actividad o relación. Se caracteriza por un conjunto de signos y síntomas, en los que se ven afectados factores biológicos, genéticos, psicológicos y sociales”.
Desde la perspectiva neuropsicológica, se considera la adicción como una alteración cerebral en gran medida reversible y altamente sensible a intervenciones de tipo neuropsicológico. De esta forma, la rehabilitación cognitiva se centra en las áreas que están alteradas, con el fin de proporcionar al paciente las habilidades básicas para desenvolverse en la vida cotidiana, (Ruiz, Pedrero, Rojo, Llanero y Puerta, 2011).
Las alteraciones que se presentan en las adicciones tienen importantes consecuencias neuropsicológicas, puesto que provocan disfunciones en las habilidades encargadas de organizar y programar las conductas dirigidas a objetivos y toma de decisiones de carácter adaptativo, (Verdejo y Tirapu, 2011), a la velocidad de procesamiento, atención selectiva, sostenida, alternante y dividida, memoria, flexibilidad cognitiva, inhibición de respuestas, amplitud atencional y teoría de la mente. Las diferentes alteraciones cognitivas se verán deterioradas dependiendo de la sustancia adictiva, así como de las diferencias individuales de cada paciente, (Ruiz, Pedrero, Rojo, Llanero y Puerta, 2011). Así, en consumidores de heroína y opiáceos, los efectos residuales después de dejar de consumir afectan a las funciones ejecutivas, velocidad de procesamiento, atención, procesos visoespaciales y memoria de trabajo, (García, García y Secades, 2011). Algunos pacientes pueden presentar un deterioro cognitivo generalizado con alteraciones atencionales, amnésicas y disejecutivas haciendo evidente la magnitud del problema, (Ruiz, Pedrero, Rojo, Llanero y Puerta, 2011).
Dado que la adicción se considera un trastorno mental, la alteración que se produce a nivel cognitivo se ha quedado en un segundo plano, sobre todo en los programas de tratamiento, (Rojo, Iraurgi y Sánchez, 2011). Una buena descripción del perfil cognitivo es crucial para plantear el programa de tratamiento, ya que las alteraciones atencionales y amnésicas pueden dificultar la asimilación de la intervención, puesto que conllevan una alta carga cognitiva y educativa, (Ruiz, Pedrero, Rojo, Llanero y Puerta, 2011). Los estudios realizados en este campo sugieren que la rehabilitación cognitiva se beneficia tanto de forma directa, favoreciendo el control superior de la conducta e incrementando el control de comportamientos automatizados vinculados a la adicción y reduciendo las consecuencias negativas de dichos automatismos como los síntomas psicopatológicos (depresión y ansiedad), como de forma indirecta, favoreciendo la utilización del resto de actividades del plan terapéutico, (Rojo, Iraurgi y Sánchez, 2011).
Algunos de los programas de rehabilitación y estimulación cognitiva que se pueden llevar a cabo con estos pacientes son:
- Programas de mejora cognitiva, cuyo objetivo es aprender a hacer lo que se hacía antes de producirse el deterioro. Algunos ejemplos de estos programas son CRT (Cognitive Remediation Therapy), CET (Cognitive Enhancement Therapy) (Wyker et al, 2001; Hogarty et al, 1991; 2004).
- Programas de Rehabilitación Compensatoria, se centra en mejorar los déficits cognitivos para progresar en otros aspectos del funcionamiento aprovechando los procesos cognitivos conservados. Algunos ejemplos de estos programas podrían ser: EL (Errorless Learning), CAT (Cognitive Adaptation Training) (Terrace, 1963; Velligan et al, 1996).
- Programas Computerizados, el objetivo de estos programas es entrenar al paciente mediante tareas cognitivas informatizadas. Algunos ejemplos son: RehaCom, PSS CogRehab, NEAR (Neuropsychological Educational Approach to Rehabilitation) (Schuhfried, 1996; Chen et al, 1997; Medalia et al, 2002, 2004, 2008).
Los estudios realizados con pacientes adictos mostraron que los programas de tratamiento para mejorar las funciones cognitivas afectadas, mejoraron los niveles de normalización a largo plazo como el porcentaje de días en abstinencia, los síntomas psicopatológicos asociados, el funcionamiento social y familiar y la disminución de problemas legales. Los programas de intervención que puedan restablecer las alteraciones neuropsicológicas asociadas a la adicción, mejoran los resultados de las terapias psicológicas clásicas, como la cognitivo-conductual (Rojo, Iraurgi y Sánchez, 2011).
Referencias
- De León, J. M. R. S., Pedrero-Pérez, E. J., Rojo-Mota, G., Llanero-Luque, M., & Puerta-García, C. (2011). Propuesta de un protocolo para la evaluación neuropsicológica de las adicciones. Rev Neurol, 53, 483-93.
- García Fernández, G., García Rodríguez, O., & Secades Villa, R. (2011). Neuropsicología y adicción a drogas. Papeles del Psicólogo, 32(2).
- Pedrero, E.J, (2011). Neurociencia y adicción.
Sonia García Pardo - Graduada en Psicología
Comentarios
Publicar un comentario